Nuestro oído es uno de los órganos más importantes, pero desafortunadamente gran parte de la población no puede apreciarlo en plenas facultades debido la pérdida constante de sensibilidad auditiva producidas por la exposición frecuente a diversos tipos de ruidos.

Los problemas auditivos no pueden ser recuperados fácilmente, pero sí es fácil protegernos para evitar lesiones futuras eligiendo los protectores auditivos adecuados.

Al estimar el riesgo de daño auditivo hay que tener en cuenta tres factores: tiempo de exposición, frecuencia (Hz) y presión del sonido/intensidad (dB). El tiempo de exposición se mide durante 8 horas para simular un entorno de trabajo, para ello se emplea un filtro A (dB A), que tiene en cuenta la curva normal de tolerancia del oído humano y da una buena estimación del nivel de riesgo. La Unión Europea establece un límite legal de 80 dB(A) durante las 8 horas de la jornada laboral que se entiende como nivel de ruido molesto, más allá de este límite han de tomarse medidas protectoras adicionales.

Además del ruido dañino de fondo los picos de ruido también pueden ser peligrosos. Los picos de sonido provienen típicamente de armas, martillos, pistolas de clavos y herramientas similares. Estos picos de ruido son medidos con un filtro C (dB C).

A la hora de escoger la protección auditiva el usuario debe emplear aquella cuya atenuación resulte en un nivel de sonido de aproximadamente 75-80 dB(A), atenuaciones mayores pueden provocar problemas por un excesivo aislamiento del entorno. Asimismo, también hay que tener en cuenta el rango de frecuencias en los cuales se produce el ruido según, por ejemplo,esta tabla en la que se indican algunos de los trabajos más frecuentes donde la protección auditiva es de vital importancia.